Las creencias: el motor invisible de tus resultados personales, empresariales y de equipo
- COACH EDUARDO GOMEZ
- 8 oct
- 4 Min. de lectura

¿Alguna vez te has detenido a pensar que tus resultados no siempre dependen del esfuerzo, la estrategia o el talento, sino de lo que crees posible?En coaching y PNL decimos que las creencias son los lentes con los que interpretamos la realidad. Si esos lentes están distorsionados, los resultados también lo estarán.
El origen de las creencias: la historia que nos contamos
Desde niños comenzamos a formar creencias a partir de lo que escuchamos, vivimos y observamos. Padres, maestros, figuras de autoridad y experiencias significativas van moldeando nuestra forma de entender el mundo. Con el tiempo, esas creencias se consolidan y se vuelven “verdades personales” que guían nuestras decisiones.
La PNL (Programación Neurolingüística) explica que nuestro cerebro crea “mapas mentales” basados en la experiencia. Esos mapas no son el territorio real, pero determinan cómo lo recorremos. Si tu mapa dice “el cambio es riesgoso”, probablemente evitarás innovar. Si tu mapa dice “los desafíos me hacen crecer”, buscarás oportunidades incluso en la incertidumbre.
En el coaching ontológico, decimos que el ser humano es un observador del mundo, y que ese observador está determinado por sus creencias, lenguaje y emociones. Cambiar la forma de observar transforma las posibilidades de acción.
Tipos de creencias y cómo reconocerlas
Creencias potenciadoras: generan expansión, confianza y acción. Ejemplo: “Siempre hay una forma de mejorar.”
Creencias limitantes: restringen el potencial y frenan la iniciativa. Ejemplo: “No soy creativo.”
Creencias identitarias: están ligadas al “yo soy” y suelen tener gran poder emocional. Ejemplo: “Soy malo para negociar.”
Creencias sistémicas o colectivas: surgen dentro de los equipos y organizaciones. Ejemplo: “Aquí las buenas ideas nunca prosperan.”
Reconocerlas es el primer paso para transformarlas.
El impacto de las creencias en tres niveles
1. En el ámbito personal
Tus creencias determinan cómo enfrentas los desafíos, qué riesgos asumes y hasta qué tipo de relaciones construyes. Si crees que “los errores son fracasos”, tenderás a evitar lo nuevo. Si crees que “cada error me enseña algo”, te permitirás experimentar y aprender.
Tips personales:
Detecta tus frases automáticas. Escucha cómo hablas de ti: “no puedo”, “siempre me pasa lo mismo”, “no soy bueno en eso”. Esas expresiones revelan creencias ocultas.
Reescribe tu diálogo interno. Sustituye el “no puedo” por “¿cómo podría hacerlo?”. Esta simple pregunta abre nuevas rutas neuronales y emocionales.
Rodéate de personas expansivas. Las creencias también se contagian. Conecta con personas que te inspiren a pensar más grande.
Ancla nuevas experiencias. Desde la PNL, refuerza las nuevas creencias con acciones y emociones que las sostengan. No basta con repetir una frase: debes vivirla.
2. En el ámbito empresarial
Las empresas también tienen creencias. Son esas frases no escritas que circulan en los pasillos: “Aquí no se puede innovar sin permiso”, “Los clientes siempre se quejan”, “El jefe no escucha”.Estas creencias colectivas definen la cultura organizacional y determinan si una empresa se estanca o evoluciona.
Tips empresariales:
Haz visible lo invisible. Pregunta a tu equipo: “¿Qué cosas creemos que son ciertas sobre nuestra forma de trabajar?”. Escuchar esas respuestas puede revelar patrones profundos.
Cuestiona las “verdades institucionales”. Lo que funcionó antes puede no servir hoy. Romper con el “siempre se ha hecho así” abre espacio a la innovación.
Promueve conversaciones poderosas. Desde el coaching ontológico, una nueva conversación puede crear una nueva realidad. Cambiar el lenguaje cambia la cultura.
Modela desde el liderazgo. Los líderes son espejos: su sistema de creencias se replica en toda la organización. Un líder que cree en la posibilidad inspira acción.
3. En los equipos de trabajo
Un equipo no solo comparte objetivos; también comparte creencias.Creencias como “aquí no hay confianza” o “nadie escucha mis ideas” generan desmotivación y bajo rendimiento.Por el contrario, creencias como “juntos encontramos soluciones” o “cada voz cuenta” fortalecen la cohesión y la productividad.
Tips para equipos:
Fomenta la conversación abierta. Crea espacios donde se puedan expresar creencias y percepciones sin miedo.
Detecta creencias colectivas limitantes. Pregunta: “¿Qué asumimos como cierto que quizás podríamos cuestionar?”.
Celebra los logros. Reforzar experiencias positivas ayuda a cimentar nuevas creencias compartidas.
Construyan una narrativa común. Un equipo que comparte una historia de propósito y crecimiento desarrolla una identidad fortalecida.
Transformar creencias: del límite a la posibilidad
Cambiar una creencia no es cuestión de negar lo que sientes, sino de reinterpretar lo que significa.Una creencia no es un hecho: es una interpretación. Y toda interpretación puede revisarse.
Pasos prácticos:
Identifica una creencia limitante actual. Ejemplo: “No tengo tiempo para crecer profesionalmente.”
Cuestiónala: ¿es realmente cierta? ¿hay alguien que haya logrado algo diferente en circunstancias similares?
Reformula: “Puedo organizarme mejor para dedicar tiempo a mi desarrollo.”
Actúa en coherencia. Empieza con un pequeño paso que confirme la nueva creencia. La acción refuerza el cambio.
Reflexión final
Las creencias son como raíces invisibles: no las vemos, pero sostienen todo lo que crece en la superficie.Cuando trabajamos en transformarlas, no solo cambiamos resultados, cambiamos la manera en que habitamos el mundo.Como diría Henry Ford, “tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, tienes razón”.
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